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Olimpia de Gouges

Revolucionaria francesa

(Montauban, 1748-París, 1793)

Su nombre verdadero era Marie Gouze. Gouges, considerada una de las precursoras del feminismo, escribió numerosas obras teatrales, además de novelas y opúsculos político-sociales, y dirigió el periódico L' Impatient. Fundó la Société populaire de femmes, y en 1791 redactó, en respuesta a la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano (1789), la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, en la que Gouges reivindicaba la igualdad de derechos de las mujeres. Adversaria de Robespierre, publicó la carta Pronostic de Monsieur Robespierre pour un animal amphibie, por la que fue acusada de de intrigas sediciosas y guillotinada.

En este sentido, es necesario conocer y recordar que la revolución francesa dio pautas para un nuevo sistema, proclamó la igualdad, la libertad y la fraternidad como los pilares fundamentales del nuevo orden constituido o que estaban por constituirse. Se dictó la ¨Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano¨ (1791). Sin embargo, Olimpia de Gouges, militante y protagonista de la revolución fue guillotinada por sus compañeros de lucha por publicar la ¨Declaraciòn sobre los Derechos de la Mujer¨. En 1793, después de su muerte, se prohibía toda clase de actividad.

La muerte de Olimpia de Gouges, a quien le cortaron la cabeza por haber osado creer y exigir que los derechos que la Revolución Francesa había ganado para los hombres libres y ciudadanos fuesen aplicados también para las mujeres, que por cierto no eran ciudadanas, es un ejemplo de la consecuencia práctica de la construcción androcéntrica de los Derechos.

En este sentido, es legítimo preguntarnos por qué si en teoría los Derechos Humanos son intrínsecos al "ser" humano, los derechos de las mujeres y de otros sectores de la sociedad eran entonces y son aún percibidos, tanto por los hombres como por las mujeres, como otro tipo o clase de derechos, distintos y en otra categoría que los derechos contemplados dentro del conjunto de los derechos humanos.

La comprensión de la condición femenina no avanzo mayormente con el desarrollo del capitalismo, pues si bien Condorcet apunta a señalar su raíz social al decir: Se ha dicho que las mujeres...carecían del sentimiento de justicia, y que obedecían antes a su sentimiento que a su conciencia ...esa diferencia ha sido causada por la educación y la existencia social, no por la naturaleza , y el gran materialista Diderot escribía: Os compadezco mujeres y en todas las costumbres la crueldad de las leyes civiles se ha unido a la crueldad de la naturaleza en contra de las mujeres. Han sido tratadas como seres imbéciles ; Rousseau, avanzado ideólogo de la revolución francesa estampo: Toda la educación de las mujeres debe ser relativa a los hombres... La mujer esta hecha para ceder al hombre y soportar sus injusticias .

Así vemos como a través del tiempo las clases explotadoras han predicado la naturaleza femenina deficitaria . Sustentándose en concepciones idealistas han reiterado la existencia de una naturaleza femenina independiente de las condiciones sociales, ésta no es sino parte de la tesis anticientífica de la naturaleza humana ; pero a esta llamada naturaleza femenina , esencia eterna e invariable , se le añade el adjetivo deficitaria para indicar que la condición de la mujer y su opresión y tutelaje es producto de su natural inferioridad frente al hombre . Con esta pseudo teoría se ha intentado mantener y justificar el sometimiento de la mujer.

La revolución francesa, la mas avanzada de las que la burguesía condujo, fue un gran caldo de cultivo para la acción femenina. Las mujeres se movilizaron junto a las masas y participando en los clubes políticos desarrollaron acción revolucionaria; en estas luchas organizaron una Sociedad de Mujeres Republicanas y Revolucionarias y a través de Olimpia de Gouges, en 1789 piden una Declaración de Derechos de la mujer y crean periódicos como El impaciente para reivindicar su condición. En el desarrollo del proceso revolucionario las mujeres conquistaron la supresión del derecho de primogenitura y abolición de los privilegios de masculinidad, obtuvieron igual derecho de sucesión que los varones y consiguieron el divorcio. Su participación combatiente dio algunos frutos.

Pero contenido el gran impulso revolucionario, a las mujeres se les niega el acceso a los clubes políticos, se combate su politización y se las recrimina predicando su vuelta al hogar, se les dice: Desde cuando les esta permitido a las mujeres abjurar de su sexo y hacerse hombres? La naturaleza ha dicho a la mujer: Sé mujer. Tus trabajos son el cuidado de la infancia, los detalles del hogar y las diversas inquietudes de la maternidad . Mas aún, con la reorganización burguesa que inicia Napoleón, con el Código Civil, la mujer casada vuelve a ser sometida a tutela, cae bajo el dominio del marido en su persona y en sus bienes; se niega la indagación de la paternidad; se quita a la casada derechos civiles, como a las prostitutas; y se les prohibe el divorcio y el derecho de enajenar sus propiedades.

En la revolución francesa ya se puede ver con claridad como el avance de las mujeres y su retroceso están ligados a los avances y los retrocesos del pueblo y la revolución.

Olympia de Gouges:

Memoria de una revolucionaria ejecutada por la revolución

Juan María Alponte*

Hace 204 años fue ejecutada la primera feminista francesa. Es inútil decirles que no figura en el prolijo Dictionnaire de la Révolution y de l'Empire, de Larousse. Menos mal que aparece en los Cahiers de Doléances des Femmes et autres textes (Cuadernos de quejas de las mujeres y otros textos). También en Histoire et Dictionnaire de la Révolution, de Tulard, Fayard y Fierro.

Olympia de Gouges había nacido en Mountauban, Francia, el 7 de mayo de 1748. Era hija natural de Anne Olympia Mouisset y de Jean Jacques de Pompignan. Se sabe poco de su adolescencia. Se conoce más de su rebelión frente a las normas. Se hablaría de ella como una mujer de gran belleza. Tenemos su retrato hablado: "un rostro oval, de trazos finos y regulares con una grande y bella cabellera castaña". Un tal Louis Sébastian Mercier, que se daba el lujo de decir que fue su amigo, habla de Olympia con las malas maneras del machismo habitual: "Tenía una bonita figura que era, por otra parte, su único patrimonio". Patrimonio, decía el tarado, que compartía con todo París. Estamos ante una mujer libre. Cuando llegó a París, se decía "viuda", lo cual era un exceso. Su marido vivía, pero en provincias. Con una instrucción reducida pero con ardorosas potencias existenciales, se encontró lanzada, proyectada, a la onda sísmica que generó la Revolución Francesa. Intentará expresar sus emociones con la pluma. Visión literaria, acaso, sin recursos, pero no hay duda de que se mete, a fondo, en el territorio prohibido o copado por los varones: la comedia y el drama. Inunda de literatura los teatros dominados por autores masculinos, lo cual no deja de ser bien notable. Títulos los suyos, algunos, de telenovela del siglo XVIII: Lucinda y Cardenio, La esclavitud de los negros, Zamore y Mirza, Feliz naufragio, El matrimonio inesperado del Querubín. Ese frenesí la conduce a algún escenario e, inclusive, se querella con la Comédie FranÇaise, porque no quiso admitir sus textos.

La mujer de bello rostro se encuentra, el 26 de agosto de 1789, con una novedad histórica: la adopción, por la Asamblea francesa, de la Declaración del los Derechos del Hombre y el Ciudadano. Pero se trataba, solamente, de los derechos del hombre y del ciudadano. Las mujeres se quedaron compuestas y sin novio.

En septiembre de 1791, Olympia de Gouges se dirige a la reina para exponerle su proyecto de una Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana que, añade, deberá ser aprobada por la Asamblea Nacional. Uno a uno, apostillaba los 16 artículos de la Déclaration des Droits de l'homme et du Citoyen, invirtiendo los términos y asumiendo los de la mujer y la ciudadana. No desestima el poder de los diputados de la Convención Revolucionaria de Robespierre cuando publica su texto histórico y, sobre todo, en su colofón. Dice: "Mujer, despierta, el toque de alarma de la razón se hace escuchar en el universo entero: reconoce tus derechos... El hombre esclavo ha multiplicado sus fuerzas, pero ha tenido necesidad de la mujer para quebrar sus cadenas. Recobrada su libertad, ha sido injusto hacia su compañera..."

Militante de lengua expedita, favorecerá la aparición de Clubes de Mujeres como los que existían para los hombres.

No dudará en colocar en París una serie de cartones contra Robespierre. Hacerlo era de una valentía notoria.

Robespierre era el dueño del Terror y de la guillotina, a la que se conducirían, cuando menos, a 10 mil o 12 mil personas que fueron ejecutadas sin juicio. Más aún, Olympia defenderá en nombre de la libertad de expresión a los girondinos que fueron conducidos a la guillotina en la que les seguirán, por cierto, muchos dirigenes del ala robespiriana como Danton y tantos otros. De naturaleza vibrante y sensible se manifestó, también, contra la ejecución de Luis XVI.

Robespierre no pudo aceptar la existencia de los Clubes de Mujeres que votaban por la plena independencia como ciudadanas y con capacidad de juicio crítico sobre lo que acontecía. La Asamblea, por tanto, ordenó cerrarlos (30 de octubre de 1793) y después de los últimos textos de Olympia, textos severos, fue enviada a la guillotina el 3 de noviembre de 1793.

Olympia de Gouges vivió lo suficiente para leer que la primera Constitución de la Revolución (1791) NO solo no reconoció los derechos de la mujer y la ciudadana (menos aún como votante), sino que proclamó la división de los franceses en "ciudadanos activos y ciudadanos pasivos". Los "activos" fueron los únicos que podían votar, es decir, los que pagaban ciertos impuestos. La mitad del electorado, aproximadamente, quedó fuera del voto.

En ese olimpo, donde sólo queda en la memoria colectiva la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, pero no la consagración de la desigualdad, la vida libre (incluida la sexual que es una forma paradigmática de la supresión de la dominación) de Olympia de Gouges merece, cuando menos, el testimonio de nuestra memoria y la reclamación, sobre la memoria, de una nueva conciencia crítica como levadura ética de la verdad.

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Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana

Olympia de Gouges

París, 1791

"La mujer nace libre y tiene los mismos derechos que el hombre. Las diferencias sociales solo han de fomentarse en una utilidad común".

"El objeto de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles de la mujer y el hombre: esos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y, sobre todo, la resistencia a la opresión".

" La tiranía perpetua que el hombre le impone constituye la única limitación al ejercico de los derechos naturales de la mujer. Es preciso que esta limitación sea reformada de acuerdo con las leyes de la Naturaleza y de la razón".

"La ley ha de ser la expresión de la voluntad general: todos los ciudadanos han de expresarla a través de sus representantes".

"Nadie puede ser molestado por sus opiniones: si la mujer tiene derecho de subir al patítulo, también tiene derecho de subir a la tribuna".

"Las contribuicones del hombre y de la mujer para el mantenimiento de la fuerza pública y de la Administración son iguales: la mujer participa en todos los trabajos y servicios penosos, por lo tanto, ha de tener la misma participación que el hombre en la distribución de cargos, cargas, dignidades e industrias".

(Tomado de Mujeres en busca de un nuevo humanismo, Monserrat Roig. Barcelona: Salvat, 1981).

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* Tomado de Una, revista de las mujeres en la cultura, No. 5, agosto-sept. de 1997, pp. 28-30. México, D.F. (Por razones de espacio, hemos hecho un resumen del artículo original, enfatizando en los conceptos sobre Olympia de Gouges)

Texto aportado por Adriana

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