Blogia
Akelarre

Ideas, pensadoras, Filosofías, etc

POR QUE SER ANARCO FEMINISTA

¿POR   QUÉ  SER   ANARCO   FEMINISTA?  Cuando me preguntan por qué soy anarcofeminista con ese tono de voy tan paternal, no puedo más que sonreír, encogerme de hombros y contestar: por que sí. ¿Y por que sí? Porque más que respuestas tengo preguntas, preguntas que me hago desde siempre.    ¿Será porque estoy cansada de que me traten como si fuera menor de edad? ¿Será porque cuando era chica se me quedaron atragantadas las ganas de treparme a un árbol, porque hacerlo era cosa de varones y no había que ser marimacha?   ¿Será porque me moría de ganas de jugar a la pelota y solo se me permitía jugar a la casita o a las muñecas o leer cuentos, como los de Blancanieves, la Bella Durmiente y La Cenicienta y, al igual que ellas, estaba inducida a esperar al principe azul que llegaría y me salvaría de todos los males del mundo, a cambio de ello?    ¿Será porque aún tengo grabadas las culpas de las caricias inapropiadas permitidas al novio de la adolescencia? ¿Será porque no quise llegar virgen al matrimonio como corresponde a las mujeres de todas las generaciones?    ¿Será porque cada vez, durante el almuerzo o la cena, cuando alguien reclama la falta de sal, o algo por el estilo, se espera que sea yo quien vaya a buscarla? ¿Será porque quiero un compañero y caminar por la vida a la par, no delante ni detrás de él?   ¿Será por que quiero pensar por mi misma y no pedir permiso? ¿Será porque quiero hacerme cargo de mi propia vida, en lugar de cargar sobre las espaldas de un varón mi subsistencia?   ¿Será porque tengo la ilusión de que si repartimos y compartimos las tareas domésticas, la crianza de los y las niñas, las tareas que generan dinero, conocimiento, la toma de decisiones, etc. etc. esto nos permitirá a mujeres y hombres crecer juntos y nos hará la cotidianeidad más placentera?   ¿Será porque espero que cuando me equivoco, no se juzgue que el error que cometo se debe a mi condición de mujer?   ¿Será porque me llena de problemas el modelo de hombre que anda por ahí, con un celular en su auto, sonriendo por todos lados, presumiendo su virilidad al tratar de conquistar – seducir niñas mujeres, y así comprobar que por tener sexo con todas es suficientemente viril?   ¿Será por que quiero compartir la cama con un hombre que esté menos preocupado por su potencia sexual y se desnude en su sensibilidad, su ternura, sus miedos, sus alegrías, sus sueños y sus utopías?   ¿Será porque no tengo  ganas de esperar a que hagamos la revolución para resolver la relación de poder que existe entre hombres y en la que la mayoría de las veces, salvo contadas y honrosas excepciones que confirman la regla, las mujeres pasamos a ser propiedad de los varones?   ¿Será porque me suena a verso el discurso en el que se escudan los ‘revolucionarios’ que dicen que están tan ocupados con la revolución que no tienen tiempo para el compromiso afectivo y, al igual que los burgueses, caen en la práctica del sexo fácil, sin compromiso, bastardeando la existencia del amor libre?   ¿Será porque creo que ser libre no es hacer lo que me da la gana, sino elegir con qué y con quienes me comprometo?   ¿Será porque quiero llevar a la práctica tanto discurso y necesito un equilibrio entre lo que pienso y lo que siento?   ¿Será porque cuando nos planteamos hacer la revolución ‘con’ y no ‘para’, en el ‘con’ te incluyo y quiero que me incluyas? ¿Será porque creo que la revolución social comienza por la casa?   ¿Será porque el proyecto de ser madre por sobre todas las cosas no me alcanza como proyecto de vida? ¿Será porque además quiero elegir cuando, con quien y en que circunstancias ser madre?   ¿Será porque no quiero que cada vez que me enojo, grito, levanto la voz o estoy de mal humor me cataloguen como histérica o menopáusica?    ¿Será porque considero necesario, compa, que comprendas e internalices que el anarcofeminismo no es solo un problema de mujeres, que pienses que los roles asignados a hombres y mujeres con el objeto de someternos es la tarea que debemos enfrentar junt@s, el gran desafío que te propongo: cómo vamos a hacer la revolución social si no podemos revolucionarnos a nosotr@s mism@s?   ¿Será porque creo que si no es dentro del anarquismo, donde corren vientos libertarios, donde? Dímelo compa, ¿dónde podemos protegernos de las tempestades de la dominación en la que hemos sido formad@s?  ¿Será porque además de la utopía de una sociedad sin estado, sin iglesia, sin partido, sin policía, sin militares, sin patrón y sin marido, tengo la utopía de una de hombres sensibles?    ¿Será?   La acracia hará justicia a la mujer  Teresa ClaramuntBRUJAS  Publicación Menstrual-Número Uno Menos   

Matrimonio y amor

Matrimonio y amor

La noción popular acerca del matrimonio y del amor, es que deben ser sinónimos, que ambos nacen de los mismos motivos y llenan las mismas humanas necesidades. Como la mayoria de los dichos y creencias populares, éste no descansa en ningún hecho positivo y si sólo en una superstición.

El matrimonio y el amor nada tienen de común; uno y otro están distantes, como los polos; en efecto, son completamente antagónicos. No hay duda que algunas uniones matrimoniales fueron efectuadas por amor; pero más bien se trata de escasas personas que pudieron conservarse incólumes ante el contacto de las convenciones. Hoy en día existen muchos hombres y mujeres para quienes el casarse no es más que una farsa, y solamente se someten a ella para pagar tributo a la opinión pública. De todos modos, si es verdad que algunos matrimonios se basan en el amor y que también este puede continuar después en la vida de los casados, sostengo que eso sucede a pesar de la institución del matrimonio.

Por otra parte, es enteramente falso que el amor sea el resultado de los matrimonios. En raras ocasiones se escucha el caso milagroso de una pareja que se enamora después de casada, y si se observa atentamente, se comprobará que casi siempre se reduce a avenirse buenamente ante lo inevitable. A otras criaturas les unirá un afecto, surgido del trato diario, lo que está lejos de la espontaneidad y de la belleza del amor, sin el cual la intimidad matrimonial de una mujer y un hombre no será más que una vida de degradación.

El matrimonio, por lo pronto, es un arreglo económico, un pacto de seguridad que difiere del seguro de vida de las compañias comerciales, por ser más esclavizador, más tiránico. Lo que devenga, es completamente insignificante con lo que se invistió. Tomando una póliza de seguros se paga por ella en dólares y en centavos, siempre con la libertad de cesar los pagos de las cuotas. Si, de cualquier modo, el premio de la mujer es un marido, ella lo paga con su nombre, con sus íntimos sentimientos, con su dignidad, su vida entera, y hasta la muerte de una de las dos partes. Asi, para ella, el seguro del matrimonio la condena a una vida de dependencia, al parasitismo, a una completa inutilidad, tanto individual como social. El hombre, también, paga su juguete, pero su radio de acción es más amplio, el matrimonio no lo coarta tanto como a la mujer. Sentirá sus cadenas más bien por el lado económico.

De ahí que el motto que Dante aplicó a la entrada del Infierno, se aplica con igual propiedad al matrimonio: Oh, voi che entrate, lasciate ogni speranza!

El matrimonio es un ruidoso fracaso, esto ni el más estúpido lo negará. Basta echar una mirada a las estadísticas de los divorcios para comprender cuán amargo es este fracaso. No será suficiente ni siquiera el estereotipado argumento de los filisteos, escudado en la holgura y la elasticidad de las leyes del divorcio y del creciente relajamiento de las costumbres femeninas, para justificar este hecho: primero, de cada doce matrimonios casi todos terminan en el divorcio; segundo, que desde 1870 los casos de divorcio han aumentado de 28 a 73 por cada mil habitantes; tercero, desde 1867 hasta hoy el adulterio como causa para divorciarse, aumentó el 270.8 por ciento; cuarto, el abandono del hogar aumentó en un 369.8 por ciento.

Añadida a estos números se puede citar una vasta documentación teatral o literaria, dilucidando el asunto. Robert Herrick, en Together (Juntos); Pinero, en Mid Channel (A mitad del camino); Eugene Walter, en Paid in Full, y una serie más de otros escritores que discuten la monotonía, la sordidez, lo inadecuado del matrimonio como factor de armonía y de comprensión entre los dos sexos.

El estudioso en cuestiones sociales no se contentará con estas superficiales excusas sobre este fenómeno. Querrá ahondar en la vida de los sexos para explicarse la causa por la cual resulta tan desastroso el matrimonio.

Edward Carpentier dice que detrás de un casamiento se halla la atmósfera vívida de los dos sexos; un ambiente condimentado de circunstancias tan diferentes una de la otra que el hombre y la mujer han de sentirse también extraños el uno al otro. Separado por una valla de supersticiones, de costumbres y hábitos, el matrimonio no tiene el poder de desarrollar el conocimiento mutuo y el respeto del uno para el otro, sin lo cual toda unión de esta clase está sometida al fracaso, a la desavenencia continua.

Enrique Ibsen, el revelador de las convenciones sociales más vergonzosas, fue el primero que dijo la gran verdad. Nora abandona a su marido no, como algunos críticos estúpidos afirman, porque estaba hastiada de cargar con sus responsabilidades, sino porque llega a comprender que durante ocho años vivió con un extraño con quien fue obligada a tener hijos. ¿Puede haber algo más humillante, más degradado que la intimidad carnal de toda una vida entre dos extraños? No es necesario que la mujer sepa nada del marido, salvo su renta, su salario, mensual o anual. Y de la mujer ¿qué tendrá que conocerse, sino que posea una simpática y placentera apariencia? Todavía la generalidad no se ha zafado del teológico mito de que la mujer no tiene alma, y es sólo un apéndice, hecho de una costilla, justamente para la conveniencia del caballero que, siendo tan fuerte, tuvo miedo de su propia sombra.

La pobreza del material del que habría surgido la mujer, quizá ha de ser responsable por su manifiesta inferioridad. Y en todo caso, si no tiene alma ¿qué se ha intentado buscar y sondear en ella? Además, cuanto menos alma, cuanto menos esplrítu posea, más grande será su probabilidad de formar una esposa modelo, y así también será absorbida más pronto por la individualidad del marido. Es por la dócil y esclavizadora aquiescencia a la superioridad del hombre que la institución del matrimonio ha quedado, al parecer, intacta por tan largo tiempo. Ahora que la mujer vuelve por los fueros de su dignidad e intenta ponerse fuera de la gracia y merced de su dueño, la sagrada ciudadela del matrimonio va siendo minada gradualmente, y ninguná lamentación sentimental ha de salvarla de su definitivo derrumbe.

Desde la infancia casi hasta la mayoría de edad de las muchachas, se les dice que el casamiento es la única finalidad de su vida; y la educación que se les prodiga se dirige a ello. Lo mismo que a la bestia muda, que se engorda para el matadero, a ella se le prepara para el sacrificio de su vida. Y es curioso, y asombra constatarlo, que se le permite instruirse en todo menos acerca de las funciones de esposa y madre; esto que necesita ordinariamente el artesano para poder aprender su oficio, es indecente y sucio para una muchacha de respetabilidad el enterarse de las relaciones maritales. Entonces, por la apariencia de lo respetable, la institución del casamiento convierte lo que antes era sucio en la más pura y sagrada relación consanguínea, que nadie se atreverá a censurar. Continúa todavía siendo exacta esta actitud de los hogares frente a las bodas y casamientos de la supuesta esposa y madre, y es mantenida en completa ignorancia de lo que será su capital enseñanza en la lucha de los sexos. Luego al comenzar la convivencia matrimonial con el hombre, se hallará a sí misma, repentina y hondamente desazonada, repelida y ultrajada más allá de los límites por ella supuestos en el natural y más sano instinto: el sexo. Se puede afirmar, sin temor a un desmentido, que el mayor porcentaje de casos de desdichas, de desastres y de padecimientos físicos en el matrimonio, se debe a esa criminal ignorancia en cuestiones sexuales, que se ha exaltado como una grandísima virtud. Tampoco será exagerado que diga que mucho más de un hogar ha sido deshecho por causas tan deplorables.

Si por cualquiera circunstancia, la mujer se sintiera capaz de libertarse de ciertos pequeños prejuicios y fuera lo bastante arriesgada para desflorar los misterios del sexo sin la sanción del Estado y de la Iglesia, se vería condenada a permanecer como un instrumento inservible para casarse con un hombre bueno y honesto; aun cuando tan bellas prendas personales consistan en tener una cabeza vacía y una bolsa llena de dinero. ¿Puede haber algo más repugnante que esta idea de que una mujer, crecida ya, sana, llena de vida y de pasión. se halle obligada a rechazar las exigencias imperiosas de su naturaleza, a tener que sofocar sus más intensos anhelos, yendo en desmedro de su salud, quebrantando su espíritu, absteniéndose de la profunda gloria del sexo, hasta el día que un buen hombre venga y la solicite para que sea su esposa? Y este es uno de los aspectos más significativos del matrimonio. ¡Cómo no ha de ser forzosamente un fracaso semejante transacción! En consecuencia, ese es uno de los factores, no poco importante, que diferencía el matrimonio del amor.

Nuestra época es muy positiva, muy práctica. Los tiempos en que Romeo y Julieta rompían el pacto de enemistad entre sus padres, por su incontenible pasión, cuando Gretchen se ofreció en holocausto a la maledicencia del vecindario por amor, están un poco lejos. Si, en raras ocasiones la juventud se permite el lujo de ser romántica, los parientes adultos o ancianos tendrán buen cuidado de hacerle marcar el paso y acosarla de tal manera que la convertirán en gente muy sensata.

¿Acaso la lección moral que se le inculca a las muchachas, es para que se basen en el amor que el hombre despertará en ellas, o más bien para que se le pregunte cuánto posee y tiene? Lo importante y el único dios de la utilitaria vida americana es: ¿Podrá este hombre ganar para vivir? ¿Podrá mantener a una mujer? Es lo que justifica solamente los casamientos. Gradualmente este concepto satura los pensamientos de las muchachas, quienes no soñarán con claros de lunas, ni con besos, risas y llantos, sino con las giras de compras por las tiendas, con vestidos, sombreros y el regateo inherente a todas estas operaciones. Esta pobreza de espíritu y la sordidez, son elementos substanciales a la institución del matrimonio. El Estado y la Iglesia no aprueban otros ideales más que estos, porque necesitan que se hallen bajo su control los hombres y las mujeres.

Es dudoso que existan aquí quienes consideran el amor por encima de los dólares y los centavos. Particularmente esta verdad se aplica a esa clase que por sus precarias condiciones económicas se ha visto forzada a vivir del trabajo de uno y otro. El notable cambio aportado en la posición de la mujer por ese poderoso factor, es verdaderamente asombroso cuando se reflexiona que hace muy poco tiempo que ella ingresó en el campo de las actividades industriales. Hay seis millones de mujeres asalariadas; seis millones de mujeres que tienen el mismo derecho que los hombres a ser explotadas, robadas y a declararse en huelga; también a morirse de hambre. ¿Algo más, señor mío? Sí, seis millones de trabajadoras asalariadas en cada tramo de la vida, desde el elevado trabajo cerebral hasta el más difícil y duro trabajo manual, en las minas y en las estaciones de ferrocarril; sí, también detectives y policías. Seguramente su emancipación es ahora completa.

A pesar de todo, un número muy reducido del inmenso ejército de mujeres asalariadas mira el trabajo como un medio permanente de vida, lo mismo que el hombre. Nada importa a qué grado de decrepitud llega este último; se le enseñó a ser independiente y tendrá que seguir así, manteniéndose solo. ¡Oh, sé muy bien que nadie es realmente independiente en nuestro sistema económico! Pero asimismo al hombre más miserable le repugna ser un parásito; por lo menos, que se le considere como tal.

En cambio, la mujer considera su posición de trabajadora como algo transitorio, que dejará de lado en la primera oportunidad. Por eso, es infinitamente más difícil tratar de organizar a las mujeres que a los hombres. ¿Para qué he de entrar en una asociación? Me voy a casar y espero tener mi hogar. ¿No se le enseñó a ella que siempre debería responder a esto, como a su último llamado? Muy pronto se aclimata a su hogar, aunque no sea más ancho que la celda de una cárcel, o los cuartuchos del taller o de la fábrica, posee puertas más sólidas y barrotes de hierro irrompibles. Tiene un guardián tan fiel que a él nada se le escapa. La parte más trágica de todo esto es que su situación de casada no la redime de la esclavitud del salario, y sólo aumenta su faena.

Según las últimas estadísticas sometidas a un Comité acerca del trabajo y los salarios y la congestión de la población, el diez por ciento de las trabajadoras asalariadas de Nueva York eran casadas, y debían trabajar por pagas irrisorias. Añádase a esto el peso de los quehaceres domésticos, ¿qué es lo que queda de la protección, de la gloria del hogar? Además, tampoco las jóvenes de las clases medias pueden jactarse de poseer un hogar, desde que es el hombre exclusivamente el que crea esa órbita doméstica, donde ella será solamente un satélite. Nada importa que el marido sea un bruto, o muy gentil. Lo que en definitiva quiero probar es que el matrimonio le asegura un hogar a la mujer, gracias al marido. Allí, ella se moverá años y años hasta que el aspecto de su vida y de sus relaciones con aquel se volverá chato, mezquino y aburrido como todo lo que la rodea. Escaso asombro causará si llega a ser chicanera, chismosa, regañona y tan insoportable que el hombre procurará quedarse en casa lo menos posible. Ella no puede irse, aunque lo quisiera; no tiene ninguna parte donde refugiarse. Se vuelve atolondrada, frívola o pesada, tímida en sus decisiones, cobarde en sus juicios; será un peso y un aburrimiento que muchos hombres llegarán a odiar y a despreciar. Una atmósfera de inspiraciones maravillosas ¿no es cierto?

Pero ¿el niño? ¿Cómo será protegido sino por el matrimonio? ¿Después de todo no es esto lo que más debe tenerse en cuenta? ¡La vergüenza y la hipocresía y todo ello! El casamiento protege a sus vástagos, y no obstante, miles de niños se hallan en la calle, sin pan ni techo. El matrimonio protege a sus pequeñuelos y a pesar de todo, los orfelinatos rebosan de ellos, los reformatorios no tienen más sitios para alojarlos y las sociedades que tratan de prevenir los malos tratos contra la niñez no dan abasto rescatando a las pequeñas víctimas de las manos de padres amorosos, para colocarlas bajo la protección de sociedades de beneficiencia. ¡Oh, el sarcasmo amargo de todo eso!

El casamiento podrá tener el poder de conducir el caballo a la fuente de agua, pero jamás pudo obligarlo a beber. La ley hace arrestar al padre, le viste de penado; ¿remedió con ello el hambre de su hijo? Si el padre no tiene trabajo, o si esconde su identidad, ¿qué hará el matrimonio? Invoca la ley y lo lleva ante la justicia, la que lo pondrá bajo llave en la prisión; el trabajo que allí haga no irá a salvar de la miseria al niño, sino que pasará a las fauces del Estado. El pequeño heredará la maldita memoria de su padre, con el traje a rayas de penado.

Referente a la protección de la mujer, es ahí en donde está la peor maldición del matrimonio. No es que no la proteja realmente; mas esta sola idea es asqueante, es tal ultraje e insulto a la vida, tan degradante para la dignidad humana, que esto bastaria para condenar para siempre jamás esta parasitaria institución.

Es como la patria potestad, capitalismo, le roba al hombre su derecho en cuanto nace, impide su crecimiento por todos los medios, envenena su cuerpo, lo mantiene en perfecta ignorancia, y en la más horrida pobreza y servilismo; después sus instituciones de beneficencia y de caridad borran los últimos vestigios de dignidad en él.

La institución del matrimonio hace de la mujer un absoluto parásito, un ser que está sometido a otro ser. La incapacita para la lucha por la vida, aniquila su conciencia social, paraliza su imaginación, y entonces le impone su graciosa protección, lo que no es nada más que una trampa, disfrazada de humanitarismo.

Si la maternidad es la suprema misión de la mujer, ¿qué otra protección necesitará si no amor y libertad? Y es lo contrario, el casamiento corrompe, desnaturaliza, violenta su alto rol en la vida. ¿No se le dice a la mujer: ¿Solamente si me sigues a todas partes donde yo vaya, he de dar vida a tu seno? ¿No es esto infamante, no la condena sin remisión, si por acaso se rehusa a comprar el derecho de maternidad vendiéndose en cuerpo y alma? No solamente el matrimonio no sanciona la maternidad, sino que ¿acaso no la hace concebir con odio y repugnancia? Y aún las veces que la maternidad elige libremente en el éxtasis del amor, en impulso irrefrenable de pasión, ¿no coloca al pobre inocente una corona de espinas y con letras de sangre le graba en la frente el afrentoso epíteto de bastardo? Si el casamiento hubiese de contener todas las virtudes que se le adjudican gratuitamente, los crímenes que ha cometido contra la maternidad lo excluiría, de hecho, del reinado del amor.

El amor, que es el más intenso y profundo elemento de la vida, el precursor de la esperanza, de la alegría y del éxtasis; el amor, que desafía impunemente todas las leyes humanas y divinas y las más aborrecibles convenciones; el amor uno de los más poderosos modeladores de los destinos humanos, ¿cómo tal torrente de fuerza puede ser sinónimo del pobrecito Estado y del mojigato sacramento matrimonial, concedido por nuestra santa madre Iglesia?

¿Amor libre? Si hay algo en el mundo libre, es precisamente el amor. El hombre pudo comprar cerebros pero con todos sus millones no consiguió el amor. El hombre subyugó los cuerpos, pero no logrará subyugar el amor. El hombre conquistó naciones enteras; pero sus ejércitos no pudieron conquistar un grano de amor. El hombre cargó de cadenas el espíritu, pero se encontró completamente inerme, indefenso ante el amor. Encaramado en el más alto trono, con todo su esplendor y su oro, su poder será omnímodo, pero basta que el amor pase a su lado para que lo suma en una profunda desolación. Y si en cambio visita una miserable choza, la convertirá en el más radiante paraíso, dándole el sentido de una nueva vida, más animada en ternura y fantasía. El amor tiene la mágica virtud de convertir a un mendigo en un rey. Sí; el amor es libre; no puede existir en otra atmósfera. En plena libertad se entrega sin reservas, abundante y totalmente. Todas las leyes, todos los códigos y todas las cortes judiciales del universo no podrán arrancarlo del suelo, una vez que haya echado raíces en él. ¿Cómo se quiere, entonces, si el suelo es estéril, que el matrimonio le haga dar frutos? Es parecida a la lucha desesperada de la muerte contra el raudo vuelo de la vida.

El amor no necesita protección; se basta a sí mismo. Tan pronto como el amor impregne la vida con su ardiente y perfumado aliento no habrá más criaturas desamparadas, ni los hambrientos, ni los sedientos de afectos. Sé muy bien que esto es verdad. Conocí a una mujer que llegó a ser madre libremente con el hombre que amaba. Pocos niños en su cuna de oro fueron rodeados de más cariño, de más cuidados y devoción como los que es capaz de prodigar la libre maternidad.

Los defensores de la autoridad temen el advenimiento de la libre maternidad, que les ha de robar sus presas. ¿Quiénes irían a los campos de combate? ¿Quiénes han de crear el bienestar común? ¿Quién sería policía, carcelero, si la mujer se negara a dar a luz, y sólo se aviniese a ello, no como a una función maquinal, sino con inteligencia y discernimiento? ¡La raza!, ¡la raza!, gritan el rey, los presidentes de las repúblicas, el capitalista y el cura. La raza ha de ser preservada y aumentada, aunque la mujer se convierta en una mera máquina; y es que el matrimonio no es más que una válvula de escape contra el peligro del despertar del sexo femenino. Pero son en vano esos desesperados esfuerzos para conservar este estado de esclavitud. En vano, también, los edictos de la Iglesia, los vesánicos ataques de legisladores, y en vano el arma de la ley. La mujer no necesita prestarse más a ser un medio de producción de una raza de seres enfermos, débiles, decrépitos, sin la fuerza ni el valor moral para sacudir el yugo de la pobreza y de la esclavitud. Por el contrario, ella quiere pocos hijos y mejores, vigorosos y sanos; concebidos por el amor y elegidos libremente; no por obligación e indistintamente, así como lo impone el matrimonio. Nuestros pseudo moralistas tienen todavía que aprender lo que es la profunda responsabilidad contraída con el niño al nacer, que el amor libre despertó en la mujer. Más bien rechazará la gloria de la maternidad, que traer nuevos seres a la vida, a un ambiente que respira solamente destrucción y muerte. Y si llega a ser madre, es para otorgarlo todo, lo más hondo que pueda darle de sí misma. Nacer y crecer con sus pequeñuelos, es su lema; comprende ella que es la única manera de construir una raza sana.

Ibsen tuvo la verdadera visión de cuál sería la maternidad libre, cuando de mano maestra trazó la figura de Mrs. Alving de Los Espectros. Ello, representaba la madre ideal, porque supo ver bien los horrores del matrimonio, rompió sus cadenas y trató de liberar su espíritu de los prejuicios a precio de muchos sufrimientos hasta volverse en una personalidad fuerte y moralmente pura. Solamente que fue muy tarde para que ella rescatara la única alegría de su vida, su Osvaldo; pero ní tan tarde tampoco para llegar a comprender que el amor libre había de ser la única condición a fin de que la vida fuese bella. Aquellas que, como la señora Alving pagaron con sangre y lágrimas el despertar de su espíritu, también repudiaron el matrimonio como una imposición arbitraria, como una mancilla y una mofa absurda. Ellas saben que donde el amor existe, sea por un breve espacio de tiempo o por una eternidad, allí está la fuerza creadora, la gran corriente de inspiración que echará las bases para una nueva raza y para un nuevo mundo.

En los tiempos presentes, de pigmea catadura espiritual, el amor es algo extraño a mucha gente, Falseado y huido, rara vez logra arraigarse en las almas; y cuando lo hace, muy pronto agoniza y desaparece. Sus delicadas fibras no pueden soportar la exasperada tensión del diario trajín. En su esencia, es tan complejo que no puede ajustarse a la estrecha medida de nuestra fábrica social. El llora, gime y sufre con aquellos que lo necesitan, y asimismo le falta impulso para llegar a la cima.

Algún día y algunos hombres y mujeres surgirán para elevarse a los picos más altos, y allí se encontrarán grandes, fuertes y libres, prestos a recibir, a compartir en un abrazo los rayos de oro del amor. Qué fantasía, que imaginación, que genio poético podrá prever aún aproximadamente la tremenda potencia creadora que tendrá ese torrente de fuerzas en la existencia de las mujeres y los hombres. Si el mundo ha de dar nacimiento al verdadero compañerismo entre los humanos, la fraterna unión de ellos, no el matrimonio, sino el amor será su padre fecundo.

Por: Emma Goldman

Fuente: http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/politica/hipocresia/indice_hipo.html

Manifiesto Anarcofeminista

“En todas partes del mundo las mujeres no tienen el derecho de decidir sobre importantes asuntos que atañen a sus vidas. Las mujeres sufren de dos tipos de opresión:

La opresión social generalizada del pueblo. Y el sexismo: opresión y discriminación por causas de su sexo.

Hay 5 formas de opresión:

La opresión ideológica a través del lavado de cerebro que realizan las tradiciones culturales anquilosadas, la religión, la propaganda y la publicidad. Manipulación a través de las ideas y la burla de los sentimientos y sensibilidades de las mujeres. Proliferación de actitudes patriarcales y autoritarias y mentalidad capitalista en todas las áreas.

La opresión del estado, representa la forma de organización jerárquica que dicta cursos de acción desde arriba hacia abajo en la mayoría de las relaciones interpersonales, incluyendo la llamada vida privada.

La explotación y represión económicas, en tanto consumidoras y trabajadoras del hogar, se expresa en los bajos salarios de los trabajos de las mujeres.

La violencia, auspiciada por la sociedad en todas las esferas incluyendo la privada, es indirecta cuando es coerción por causa de la falta de opciones y es directa cuando es violencia física.

La falta de organización, tiranía de las estructuras que inhiben la responsabilidad y generan desidia e inactividad.

Todos estos factores actúan en conjunto para potenciarse unos a otros en un círculo vicioso. No hay una panacea para romper el círculo, pero no significa que no se pueda romper. El anarco- feminismo es un asunto de concienciación, la misma que hace desaparecer la vigilancia del trabajo. Los principios de una sociedad liberada están claros frente a nosotras.

El anarco- feminismo significa la independencia y la libertad en igualdad de condiciones para hombres y mujeres. Una organización y vida social donde nadie sea superior o inferior a nadie y todos estemos en un mismo nivel, tanto mujeres como hombres, en todos los planos de la vida social incluso los privados.

El anarco- feminismo implica que las mujeres decidan por ellas mismas y se hagan cargo de sus propias problemáticas, individualmente en asuntos personales, y en conjunto con otras mujeres en asuntos que competan a varias. En aquellos asuntos que conciernan a ambos sexos las mujeres y hombres decidirán esencial y concretamente en igualdad de condiciones.

Las mujeres deben poder decidir sobre sus propios cuerpos, en todos aquellos aspectos que tienen que ver con la anticoncepción y el nacimiento de los hijos. La lucha en contra de la dominación machista debe ser dada en un sentido individual y colectivo, para acabar con las actitudes de propiedad y control sobre las mujeres, así como con las leyes represivas; buscando la independencia y autonomía económica y social. Se deben promover los centros de ayuda, los talleres, los grupos de estudio y discusión, las actividades culturales de las mujeres, etc, con una gestión y dirección de las propias mujeres.

La familia tradicional, nuclear y patriarcal debería ser reemplazada por una libre
asociación entre hombres y mujeres basada en la igualdad de derechos para decidir y con respeto por la autonomía e integridad personal.

Los estereotipos sexuales en la educación, en los medios de comunicación y en los lugares de trabajo deben ser abolidos.
El compartir rigurosamente los trabajos cotidianos, la educación y la vida doméstica, es una medida adecuada.

La estructura de la vida laboral debe ser radicalmente cambiada
, con más horas de trabajo no sujetos a horario y una cooperación organizada tanto en el hogar como en el trabajo. La diferencia entre el trabajo del hombre y el trabajo de la mujer debe ser abolida.

El cuidado de los hijos y la crianza debe involucrar a los hombres tanto como a las mujeres.
No es el poder femenino ni el tener mujeres gobernantes lo que conducirá a la mayoría de las mujeres a sus metas sino la abolición de la opresión. Tanto las marxistas como las feministas burguesas extravían la lucha por la liberación de la mujer.

Para la mayoría de las mujeres no habrá feminismo sin anarquismo.
En otras palabras, el anarco-feminismo no es un símbolo del poder femenino ni de las gobernantes femeninas, sino que representa la organización sin poder y sin gobernantes. No habrá anarquismo sin feminismo.

La doble opresión de las mujeres requiere una doble lucha y doble organización: por un lado en el movimiento anarquista, y por otro, en las organizaciones feministas.
Las anarco-feministas son la combinación de esta doble organización. Un anarquismo serio debe ser feminista, sino sería un semi-anarquismo patriarcal y no uno verdadero. Es la tarea de las anarco-feministas asegurar la impronta feminista en el anarquismo.

No habrá anarquismo sin feminismo. La idea de que el cambio debe empezar hoy día y no en el futuro o después de la revolución es un punto central para el anarco-feminismo. Por ello la revolución es una tarea permanente.

Debemos de comenzar hoy mismo proyectándonos mas allá de la opresión cotidiana y haciendo algo para romper el modelo aquí y ahora. Debemos actuar autónomamente, sin delegar a ningún líder el derecho para decidir lo que queremos y lo que haremos: debemos tomar decisiones por nosotras mismas en todos aquellos asuntos que nos competen personalmente y reunirnos con otras mujeres para abordar aquellos asuntos propiamente femeninos, y unirnos con los hombres en asuntos comunes."

Fuente: http://www.geocities.com/bakuninn/manifiesto.htm
Autoría: no citada en fuente.

El anarquismo feminista o anarcofeminismo enlaza al feminismo con el anarquismo. Si bien la relación entre el feminismo y el anarquismo ha estado de alguna manera presente desde los inicios del movimiento anarquista y ambas corrientes se han aportado mutuamente, el concepto surge en la segunda ola feminista en la década de 1960.

El anarquismo feminista es un tipo de feminismo radical que postula que el patriarcado es un problema fundamental en algunas sociedades. Las (y los) anarcofeministas ven al patriarcado como una manifestación del autoritarismo, así como -una de las primeras si es que no la primera- manifestación de jerarquía en la historia humana y así mismo la primera forma de opresión ocurrida en el dominio del sexo masculino por sobre el femenino y por tanto un problema fundamental de la humanidad.

Las anarcofeministas concluyen que si las feministas están en contra del patriarcado, ellas deben estar también en contra de toda forma de jerarquía, y por lo tanto rechazar la naturaleza autoritaria de ciertas instituciones es una parte integral tanto del feminismo como de las luchas sociales y de la lucha de clases, por tanto manifiestan oposición contra el Estado y el capitalismo.

La bandera lila-negra es usada algunas veces por el movimiento anarcofeminista y puede significar liberación femenina y anarquista o también reivindicación de las minorías sexuales, es usado indistintamente por mujeres anarquistas y lesbianas, o por sectores de la comunidad LGBT así como por algunos anarquistas adherentes a la teoría queer.En esencia, esta corriente ve el anarquismo como un componente necesario del feminismo y viceversa.

 

Fuente: Wikipedia

http://es.wikipedia.org/wiki/Anarcofeminismo

 

 

 


Ni Dios, ni Amo, Ni maridos, ni partido!!

“Ni dios, ni patrón, ni marido”

Elda Munch
Tierra y Libertad

El 8 de marzo se conmemora el día internacional de la mujer. Repasemos brevemente la historia de esta fecha: El 8 de marzo de 1857, las obreras textiles y de la confección de Nueva York, realizaron una gran huelga y se manifestaron en las calles exigiendo el derecho al trabajo y condiciones más dignas. El 8 de marzo de 1908, un grupo de obreras textiles neoyorquinas de la fábrica Cotton, reclamaron en las calles por la jornada de 8 horas, abolición del trabajo infantil e igualdad del voto para la mujer, mientras que otras 129 obreras permanecieron en el establecimiento y fueron masacradas en el incendio provocado por sus propietarios y la policía en respuesta a estas reclamaciones. El 8 de marzo de 1910, Clara Zetkin propuso en la Conferencia internacional de mujeres socialistas, celebrada en Dinamarca, que todos los años se realizara una manifestación internacional unificada en pro de los derechos y la libertad de la mujer, lo que se aprobó como resolución firmada por más de cien delegadas de 17 países. En 1952, la O.N.U. instituyó el 8 de marzo como día internacional de la mujer y a 1975, lo declaró "año internacional de la mujer". El 8 de marzo de 2001, una empleada del hipermercado "Libertad" de Rosario, fue encerrada en una cámara frigorífica durante media hora, por la supuesta comisión de faltas que no fueron debidamente aclaradas en su momento, pero que, según se supo más tarde, en realidad se trataba de que esta empleada se negó reiteradamente a acceder a los requerimientos sexuales de su superior.

La opresión del sistema capitalista y patriarcal

Este breve recuento pone de relieve las condiciones de trabajo en que se desempeñaron -y aun lo hacen- millones de mujeres en todo el mundo, y que constituyen una de las tantas formas de opresión puestas en práctica por el sistema capitalista y patriarcal. El patriarcado es la ideología que rige la transmisión cultural, de generación en generación, de escalas de valores y mandatos sociales, así como la normativa legal vigente en cada país y época. En otras palabras, el patriarcado es la superestructura que ejerce el control social sobre la vida cotidiana de mujeres y hombres, dentro y fuera del hogar, del ámbito laboral y de cada uno de los lugares en los que interactuemos.

El sistema oprime a ambos géneros, pero en las mujeres la opresión se profundiza por su especificidad. La historia de la sindicalización femenina en Argentina, es muy clara al respecto. Los sindicatos específicos surgen a partir de que había oficios que eran desempeñados sólo por mujeres, lo que posibilitaba que las mujeres lucharan por mejoras salariales, reducción de la jornada laboral, mayor higiene en los lugares de trabajo (frigoríficos, fábricas de fósforos, etc.) y también, contra otros abusos que los patronos cometían contra ellas precisamente por ser mujeres. Algunos las despedían si quedaban embarazadas; otros no las despedían pero no les permitían amamantar a sus bebés ni menos aún les reconocían licencias por maternidad, y era también muy frecuente, lo que hoy se conoce como acoso sexual y que está penalizado en las legislaciones de algunos países, entre ellos España, y en Argentina, sólo en el sector público. Pero es preciso recordar y ser autocríticos, puesto que en los sindicatos mixtos, se privilegiaba la lucha por mejoras salariales y reducción de la jornada laboral, y las reclamaciones que realizaban las obreras, vinculados a problemas específicos como los mencionados, no eran tenidas en cuenta ya que los dirigentes por lo general eran varones y a estas reclamaciones las consideraban como "cuestiones de menor importancia". Lo que demuestra que el patriarcado atraviesa las clases sociales, e instituye una alianza de género -entre varones- cuyo resultado es el no reconocimiento de estas reclamaciones, ni por los compañeros varones del sindicato, aun cuando se tratara de anarcosindicalistas, ni por los patronos y encargados.

En este sentido, la consigna que citamos en el título y hacemos nuestra, que perteneció al grupo editor del periódico anarcofeminista La Voz de la Mujer, editado entre 1886 y 1887 en Buenos Aires, es la síntesis perfecta de la concepción ideológica de estas precursoras, que trajeron el feminismo a la Argentina, e ilustra muy bien cuáles son los pilares desde los cuales el patriarcado, ejerce, multiplica y perfecciona su poder.

Para qué conmemoramos el 8 de marzo

El objetivo de la conmemoración de esta fecha es reflexionar activamente sobre la evolución de las condiciones de vida y trabajo de las mujeres en todo el mundo, así como fomentar acciones tendentes a mejorarlas en las que ya se hayan logrado avances, y revertir las situaciones de indignidad e injusticia. En la actualidad, las feministas y los movimientos de mujeres afirmamos que todas lasa mujeres somos trabajadoras, lo que permite el reconocimiento del trabajo reproductivo, es decir, del trabajo doméstico.

Años atrás, se diferenciaba entre las mujeres que cumplían una jornada laboral fuera del hogar, sujeta a remuneración, y las que "sólo" se desempeñaban como "amas de casa". El resultado de esa diferenciación, solía ser la descalificación del trabajo doméstico y de toda su problemática específica. Dentro de esta lógica, el trabajo doméstico "no era" un trabajo, y las amas de casa "trabajaban menos" que aquéllas que lo hacían fuera de su hogar, remuneradas.

Los aportes del activismo feminista, y muy especialmente del feminismo marxista, analizaron y describieron en detalle la naturaleza del trabajo doméstico (reproductivo, no remunerado, de jornada completa, multiplicidad de tareas); los fundamentos de su especificidad "femenina" (los argumentos biologistas esgrimidos desde el patriarcado, tanto por varones como por mujeres, que pretenden "demostrar" que el trabajo doméstico es "natural" a las mujeres, que les es "intrínseco"), las problemáticas que esconde para la salud física y emocional de las mujeres (alienación, depresión, empastillamiento y automedicación, entre los más conocidos) todo lo cual a su vez, permitió avanzar tanto sobre propuestas de asignación de salarios y jubilación otorgados por el Estado, como en debates que con el correr del tiempo movilizaron a varones sensibles a estos temas, abriendo paso a estudios y grupos de reflexión sobre lo que hoy se conoce como "nueva masculinidad".

En la actualidad, se produce una nueva realidad de dos caras: Por un lado, en los varones más jóvenes existe una mayor apertura a tomar a su cargo parte de las tareas domésticas, y por otro, un creciente número de varones que las realizan al permanecer más tiempo dentro del hogar, tras haber sido despedidos de sus lugares de trabajo, en tanto sus compañeras se convierten en "jefas de hogar".

No obstante, esa mayor apertura no significa que asuman el trabajo doméstico con el mismo grado de responsabilidad que las mujeres, sino que participan más, pero siempre en el plano de la "ayuda", lo que de nuevo coloca la mayor carga de responsabilidad del trabajo doméstico sobre las mujeres.

Los varones que están subocupados o desocupados y que por lo tanto se hacen cargo del trabajo doméstico, no lo hacen por haber superado su "machismo", sino porque no les queda otra alternativa. Al mismo tiempo, es a partir de estas circunstancias como paulatinamente llegan a cobrar conciencia de qué es y qué implica el trabajo doméstico.

Y en el terreno de las autocríticas necesarias, que haya muchos varones de ideas "progresistas", "de izquierdas" y ácratas, de ninguna manera significa que no sean machistas. No es novedad que la tantas veces proclamada y defendida "igualdad entre los géneros" en los ámbitos militantes, luego no se concreta ni en los locales, ni en las parejas, ni en las familias. Señalemos asimismo, que no todas las mujeres militantes de estos mismos sectores tienen conciencia de género, y no faltan las que sienten tirria a la palabra feminismo.

Este análisis es necesario para cobrar conciencia de cuán sutilmente opera el patriarcado en todos los ámbitos. Más aun: Desde una posición principista, podríamos afirmar que la existencia de los electrodomésticos permite una mayor democratización del trabajo reproductivo. Sin embargo, la realidad es que las mujeres siguen haciéndose cargo de casi la totalidad del mismo. Podríamos oponer que la publicidad de estos artículos tiene como fin captar a las mujeres, porque de ellas es la responsabilidad de estas tareas, y porque son "más consumistas" que los varones. Pero, de nuevo, ni siquiera encontramos actitudes de democratización en la mayoría de los varones con "juicio crítico" y "sensibilidad social".

Con este artículo no pretendemos agotar el tema, sino aportar una visión anarcofeminista del día internacional de la mujer. Seguramente otras aportaciones e incluso disensos se irán sumando.

Pero cabe destacar que el calendario feminista tiene otras fechas igualmente importantes, que no son tan ampliamente conocidas como el 8 de marzo, pero que también implican serios cuestionamientos al patriarcado. Ellas son: el 28 de mayo, día internacional por la salud de la mujer; el 19 de noviembre, día mundial para la prevención del abuso infantil, y el 25 de noviembre, día internacional de la no-violencia contra la mujer.

Por un 8 de marzo anarcofeminista

Como síntesis, quiero reflexionar por qué esta fecha también nos atañe a los anarquistas. Con el paso del tiempo, nuestro movimiento ha canalizado la militancia en distintas tendencias, con diversas especificidades: organizadores, individualistas, expropiadores, pacifistas, naturistas, esperantistas, ecologistas, primitivistas, veganos, frutarianos, punks, feministas, anti- globalización... y sigue la lista. Sin embargo, pocas de estas tendencias han sido tan discutidas y hasta internamente combatidas como quienes optaron por la acción directa violenta y las feministas, y claro, como siempre, hay razones para ello, aunque admitirlas sea verdaderamente doloroso.

La naturaleza del feminismo anarquista es absolutamente subversivo, porque identifica al patriarcado como el principal enemigo, la ideología que proporciona fundamento político y aceitados mecanismos de control social a todas aquellas ideologías que respaldan la opresión de distintas maneras; porque describe cómo opera el patriarcado en los distintos órdenes (vida cotidiana, normativas legales, educación, trabajo, salud, etc.); porque reconoce la transversalidad del ejercicio del poder patriarcal así como la transmisión cultural del mismo, y los modos cómo los ácratas, varones y mujeres, también estamos contaminados por el patriarcado. A modo de ejemplo, para no ocultar nada, y profundizar las autocríticas, es del todo justo señalar que las compañeras del grupo editor de La Voz de la Mujer, tenían una marcada intolerancia por todos los que no eran anarquistas, e incluso, por las feministas socialistas, puesto que éstas sustentaban posiciones reformistas, tales como el sufragismo.

Es entonces la radicalidad del anarcofeminismo lo que hace que sus militantes sean consideradas "políticamente incorrectas" aun dentro de nuestro movimiento, e incluso motivo de descalificaciones, burlas o censuras.

Estoy convencida que todo proyecto político, y fundamentalmente el anarquismo, en cualquiera de sus tendencias y especificidades, sólo es posible si está basado en la memoria, los derechos humanos, la democracia y la igualdad de oportunidades, lo que implica libertad, tolerancia, respeto por las diferencias, participación activa, afinidad, empatía, solidaridad, dinámica de grupos, y agotar debates sobre cómo construir tales proyectos políticos.

En el contexto social mundial en que estamos viviendo, y desde crisis como la que estamos atravesando en Argentina, que bien puede reproducirse en cualquier otra parte del globo, es cada vez más necesario que los ácratas cobremos conciencia de nosotros mismos, no sólo desde lo discursivo, sino principalmente desde la práctica concreta. Es perentorio asumir los problemas, profundizar las autocríticas, enfrentarnos a nosotros mismos en tanto individuos con distintas opciones militantes formando parte de un movimiento que nos incluye a todos, y empezar a resolver saludablemente todos los problemas, de manera que podamos concretar proyectos sustentables, para crecer como movimiento y recuperar la fuerza y relevancia de otras épocas. La radicalidad, el carácter auténticamente subversivo del anarcofeminismo constituye un aporte fundamental en este sentido.

Documentos de la I.F.A.

¿Qué es el Anarquismo y qué es lo que busca o tiene como base?

¿Qué es el Anarquismo y qué es lo que busca o tiene como base? El significado etimológico del anarquismo es a y an, partículas negativas, y cracia y arquía, indicadores de autoridad, poder y gobierno, con lo que forman los vocablos acracia y anarquía, que significan ausencia de autoridad, de poder y de gobierno.

 

El anarquismo esta constituido, pues, de ideas que han permitido descubrir que las personas tienden siempre a una mayor dosis de libertad, igualdad y solidaridad.

Solidaridad: Tod@s l@s seres son solidari@s en condiciones naturales.

Antiautoritari@: La autoridad es solo un mal ya que nadie puede imponerse sobre otr@. Todos somos somos equivalentes y a la vez somos distintos.

Ateismo: creemos que dios no existe y solo es utilizado para la explotación o una manera de mantener enajenada a la gente con la falsa promesa de un supuesto paraíso.

Autogestión: creemos que cada cual es responsable de su cuerpo y de sus actos. Nadie tiene la autoridad de decidir por otros.

Apoyo mutuo Esta idea la interpreto como hombres y mujeres formando comunidades libres en donde se apoyan mutuamente. Esa unión puede ser en ideas que porpongan una nueva forma de organización y una nueva fuerza de trabajo.

Participación directa: En la toma de desiciones tod@s participan, así deciden sobre sus propios bienen e inetereses colectivamente y sin intermediarios. De la misma manera gestionan sus acuerdos.

Democracia directa: Si son los interesad@s mismos l@s que toman sus decisiones, sin delegar en intermediari@s la responsabilidad de decidir sobre sus asuntos. Preponderando el consenso como la forma predominante en la toma de acuerdos, y solo en casos extremos recurrir a la votación, evitando el "mayoriteo" y permitiendo, en lo posible, posiciones a las minorías.

Comunidad: La propiedad privada solo ocasiona rencores y envidias; si todos tuviéramos lo mismo no existirían rencores ni envidias, así como la tierra es de quien la trabaja.

No fronteras: las fronteras solo sirven para separar a l@s individu@s así como las naciones solo sirven para la creación de guerras por territorios o por intereses de sus gobernantes.

Libertad: tod@s nacemos libres y nos encadenan a tramites, a países y a reglas por las cuales no nos tomaron en cuenta.

Igualdad: todos y todas nacemos con los mismos derechos y obligaciones naturales.

Equidad de Género: Los hombres y mujeres son equivalentes más no iguales!

La destrucción de la familia patriarcal o matriarcal: ya que son como estados en pequeño en donde existe sus jerarquías y posiciones violan la igualdad.

Anticapitalista:El o la capitalista explota a sus trabajador@s por interés y para su propio beneficio, así como también se aprovecha de los bienes naturales que le corresponde a tod@s. Esto viola los derechos de l@s individu@s.

Libre asociación: Tod@s tiene la libertad de asociarse quien mejor le parezca ya sea para vivir junt@s sin importar su sexo o para realizar actividades productivas

Autogestión: cada individu@ es responsable de si mismo y de sus actos.

El Anarquismo como idea, concive a las personas como libres de todo gobierno, amo,etc. Así que los individuos se organicen entre sí y tod@s participen en la construcción de su propia vida.

El anarquismo es el término genérico dado a las teorías y movimientos que llaman a la abolición de toda forma de autoridad, jerarquía y control social por considerarla innecesaria y nociva. La palabra "anarquía" deriva del griego αν (an), "no" y αρχία (arjía), "arconte".

Esta autoridad rechazada puede ser política (el Estado), económica (el capitalismo), religiosa (la Iglesia), cultural (el patriarcado) o cualquier forma de opresión y explotación. De la misma forma intenta abolir todo tipo de ley o tratado impositivo así como sus principales herramientas, la coerción y la violencia, para así eliminar los diversos tipos de dominación del ser humano por sus congéneres.

La intención es desarrollar y conseguir la anarquía o plena libertad y autonomía de los individuos, configurando una sociedad basada en los contratos libres, la asociación voluntaria, el horizontalismo, la creatividad y el apoyo mutuo.

Existen varios métodos propuestos, a través de variadas escuelas y tendencias, para lograr la consecución de estos objetivos; siempre mediante la autogestión, la acción directa y de base. Esto debido a la importancia de la concordancia entre medios y fines libertarios.

Fuente: Wikipedia

PD. La sociedad es la madre de todos los vicios